POLIS es
una de las principales redes europeas de ciudades y regiones que trabajan
juntas en el desarrollo de tecnologías y políticas innovadoras de movilidad
urbana. Desde la adhesión de Madrid en 2005, POLIS se ha constituido en un
aliado y una herramienta de gran utilidad para conocer de primera mano las
políticas y líneas de actuación europeas, participar en el desarrollo de las
mismas y poder aportar el punto de vista particular de las políticas locales.
Asimismo, POLIS ha facilitado la participación de Madrid en numerosos proyectos
europeos en consorcio con diferentes ciudades y colaboradores privados.
Forman parte de POLIS 60 ciudades y regiones y
Madrid ostenta la presidencia desde diciembre de 2013, por lo que le
corresponde ejercer de anfitrión de la Conferencia Anual, el evento más
importante del año. En la Conferencia Anual de POLIS, las ciudades comparten y
exhiben sus avances en políticas de transporte urbanoy pueden establecer o
fortalecer relaciones que favorezcan su desarrollo.
La expresión «ciudad inteligente» es la traducción
y adaptación del término en idioma inglés «smart city». Es un concepto
emergente, y por tanto sus acepciones en español y en otros idiomas, e incluso
en el propio idioma inglés, están sujetas a constante revisión. Es también un
término actual, que se está utilizando como un concepto de marketing (mercadotecnia)
en el ámbito empresarial, en relación a políticas de desarrollo, y en lo
concerniente a diversas especialidades y temáticas.
La «ciudad inteligente» a veces también llamada
«ciudad eficiente» o «ciudad súper-eficiente», se refiere a un tipo de
desarrollo urbano basado en la sostenibilidad que
es capaz de responder adecuadamente a las necesidades básicas de instituciones,
empresas, y de los propios habitantes, tanto en el plano económico, como en los
aspectos operativos, sociales y ambientales. Una ciudad o complejo urbano podrá
ser calificado de inteligente en la medida que las inversiones que se realicen
en capital humano (educación permanente, enseñanza inicial, enseñanza media y
superior, educación de adultos…), en aspectos sociales, en infraestructuras de
energía (electricidad, gas), tecnologías de comunicación (electrónica,
Internet) e infraestructuras de transporte, contemplen y promuevan una calidad
de vida elevada, un desarrollo económico-ambiental durable y sostenible, una gobernanza participativa,
una gestión prudente y reflexiva de los recursos naturales, y un buen
aprovechamiento del tiempo de los ciudadanos.
Las ciudades modernas, basadas en infraestructuras
eficientes y durables de agua, electricidad, telecomunicaciones, gas,
transportes, servicios de urgencia y seguridad, equipamientos públicos,
edificaciones inteligentes de oficinas y de residencias, etc., deben orientarse
a mejorar el confort de los ciudadanos, siendo cada vez más eficaces y
brindando nuevos servicios de calidad, mientras que se respetan al máximo los
aspectos ambientales y el uso prudente de los recursos naturales no renovables.
Hoy día, el concepto de ciudad (más) inteligente o
de espacio (más) inteligente, es muy utilizado en marketing por parte de expertos en sociedades comerciales y
en aglomeraciones urbanas, aunque en muchos casos poniendo énfasis en un solo
aspecto, lo que en buena medida traiciona el concepto que se intenta
desarrollar, que tiene un importante componente holístico e integral. En
efecto, una ciudad o un territorio que se considere inteligente se manifiesta
fundamentalmente por su carácter multidimensional y multifacético, en términos
de actores, en cuanto a dominios clave (transportes, energía, educación, salud,
residuos, vigilancia, economía…), y en desarrollo y utilización de tecnologías.
Naturalmente, los principales actores del sector privado implicados en un
proyecto como el analizado de ciudad, territorio, barrio o edificio
inteligente, son los industriales y empresarios de sectores clave, tales como
energía, agua, transportes, y servicios… así como dirigentes de empresas
públicas de telecomunicaciones e infraestructuras, editores, proveedores de
lógicas de apoyo a la gestión, así como a la administración y a la consultoría.
Las bondades de una urbe no dependen solo de la
dotación de la misma en cuanto a infraestructuras físicas, servicios y apoyos
institucionales, sino que en ello incide cada vez más la disponibilidad y
calidad de las comunicaciones, así como de la transmisión del saber, y la
dotación en infraestructuras sociales. Entonces podríamos referirnos a ellas
como capital administrativa, financiera, comercial, social o intelectual, según sea el elemento
más predominante. Estas dos últimas formas son decisivas respecto a la
competitividad urbana y sus posibilidades de proporcionar una buena calidad de
vida a sus ciudadanos. Sobre estas bases se ha construido el concepto de « ciudad
inteligente» o « smart city», introducido como una herramienta
para manejar y englobar factores característicos de una zona urbana moderna, y
para así poner en valor la importancia creciente de las tecnologías
de la información y de la comunicación (NTIC) así como el capital social y medioambiental. La
importancia y relevancia creciente de estos dos agregados (el capital social y
la calidad ambiental), son suficientes por ellos mismos para diferenciar una ciudad, espacio o territorio
inteligente, de aquella o aquél que no lo es, y que en muchos casos agobia a
sus residentes con excesivos tiempos dedicados a los desplazamientos, con
marcada polución ambiental (aire, agua, suelo y/o acústica). También se distingue a estas
ciudades de aquellas que cuentan con cierta especialización pero que no brindan
un conjunto diversificado de servicios (véase: Red de
ciudades creativas de UNESCO).
En Francia, un interesante estudio llevado
a cabo por Markess International en el año 2012, sobre 130 colectividades
locales, pone en evidencia los tres aspectos principales y característicos de
las ciudades y territorios inteligentes:
- Relación interactiva y móvil entre
usuarios: Ante todo, los espacios inteligentes se caracterizan por una
buena comunicación e interacción horizontal entre usuarios, que a la vez
son grandes consumidores de información en aspectos vinculados a la vida
cotidiana y profesional (desplazamientos, consumos energéticos, servicios
públicos, eventos sociales y profesionales…) y también productores de
información por medio de las redes sociales, los weblogs, y los servicios
móviles (expresión de opiniones y calificaciones, enriquecimiento de bases
compartidas de conocimiento –tipo Wikipedia–,
corresponsabilidad en relación a servicios individuales…).
- Supervisión optimizada del espacio: Un
centro o plataforma con capacidad de intercomunicar al conjunto de objetos
y de actores que la componen, gracias a redes de telecomunicaciones (rápidas
y con buen ancho de banda), y a la existencia de un conjunto diversificado
de captores y de nodos de servicio… El conjunto de esta infraestructura
contribuye a una eficiente colecta y distribución de datos, que en
particular son necesarios y útiles para la gobernanza del espacio
inteligente, así como para el análisis preciso de situaciones que permiten
adaptar y compatibilizar recursos con necesidades, y para el
estudio/control de los presupuestos a fin de lograr eficiencias, etc.
- Desarrollo y promoción de nuevas formas
de cooperación: El carácter inteligente de la marcha de los
distintos procedimientos, reside en la capacidad de conducir proyectos
transversales que vayan más allá de la lógica, del modus operandi de las
colectividades, y de las diferentes competencias por ellas manejadas. Ello
favorece una buena dinámica de la concertación, permitiendo asociaciones y
articulaciones diversas entre actores públicos o intergubernamentales
(comunales, intercomunales, consejeros generales y regionales, agencias de
desarrollo nacionales o internacionales…) con actores privados
(industriales de los sectores de telecomunicaciones, energía, transporte,
sociedades de servicios en el sector informático, empresarios de obra
pública, consumidores…), de donde deberían emerger nuevas formas de
cooperación y nuevas fuentes de eficiencia, como es la metalización.
Definición
En líneas generales, una ciudad se puede
definir como "inteligente" o como "inteligentemente
eficiente", cuando la inversión social, el capital humano, las
comunicaciones, y las infraestructuras, conviven de forma armónica con el
desarrollo económico sostenible, apoyándose en el uso y la modernización de
nuevas tecnologías (TIC),
y dando como resultado una mejor calidad de vida y una gestión prudente de los
recursos naturales, a través de la acción participativa y el compromiso de
todos los ciudadanos.
Desde el punto de vista tecnológico, una "ciudad
inteligente" viene a ser un sistema eco sostenible de gran
complejidad (sistema que contiene muchos subsistemas), o sea, un ecosistema
global en el que coexisten múltiples procesos íntimamente ligados y que resulta
difícil abordar o valorar de forma individualizada.
La IATE (base de datos
de referencia de la Unión Europea) enfatiza en relación a este concepto
-vinculado con la logística y el conjunto de tecnologías y de procedimientos-
que se podría colaborar en la administración y ordenamiento de algunas
ciudades, de forma que para el año 2020 se reduzcan las emisiones de gases de
efecto invernadero en más del 20 % (en comparación con el año 2010), se
aumente un 20 % el uso de energías renovables para la producción de
electricidad, calefacción, y climatización, se incremente en un 20 %, la
eficacia en el consumo energético por parte de los consumidores finales y se
reduzca hasta un 20% el consumo de energías primarias. En definitiva, se apunta
a lograr un desarrollo urbano o territorial que mejore activamente la calidad
de vida del ciudadano, conciliando y satisfaciendo las necesidades tanto de las
empresas e instituciones como de las personas, gracias al uso extendido de las
TICs, en comunicación, movilidad, eficiencia energética, y uso sostenible del
medio ambiente y recursos naturales.
En la práctica, y a nivel popular, se concibe una ‘Smart
City’ como una ciudad comprometida con su entorno, con elementos
arquitectónicos de vanguardia y donde las infraestructuras están dotadas de las
soluciones tecnológicas más avanzadas. Una ciudad que facilita la interacción
del ciudadano con los diversos elementos institucionales, urbanos, y
tecnológicos, haciendo que su vida cotidiana sea más fácil, y permitiendo el
acceso a una cultura y una educación que hacen referencia tanto a los aspectos
ambientales, como a los elementos culturales e históricos.
El concepto de "smart city" se articula
en base a cuatro ideas esenciales:
- Las cuestiones ambientales y las restricciones energéticas;
- La comunicación fluida de los actores entre sí: colectividades,
ciudadanos, empresas, instituciones;
- El uso compartido de bienes y servicios, con una activa
participación de los usuarios en la concepción de productos, servicios, y
modalidades operativas, y renunciando en algunos casos a la propiedad y uso
individual;
- La integración de las nuevas tecnologías de la información y de la
comunicación, la robótica y los sistemas inteligentes de transporte, que
potencian el funcionamiento en red; la modificación de la matriz
energética a favor de las energías renovables, y el cambio de
comportamiento y usos por parte de los ciudadanos.
Para Rudolf Giffinger, las "ciudades
inteligentes" pueden ser identificadas y clasificadas, según seis
criterios principales o dimensiones principales, y dichos criterios son:
- economía,
- movilidad,
- medioambiente,
- habitantes,
- forma de vida,
- administración.
Estos seis criterios o aspectos se conectan con las
tradicionales teorías regionales y neoclásicas del crecimiento y desarrollo
urbano, y respectivamente están basados en la teoría de la competitividad
regional, en la economía de los transportes y de las tecnologías
de la información y de la comunicación, en los recursos naturales,
en el capital humano y social, en la calidad de vida, y en la participación de
los ciudadanos en la vida democrática de la ciudad.
Para Jean Bouinot, «la ville intelligente est celle qui sait à
la fois attirer et retenir des entreprises employant de la main-d'œuvre
hautement qualifiée» (en español: « la ciudad inteligente es la que atrae la instalación de
empresas, que en líneas generales emplean mano de obra calificada y altamente
cualificada»).
Y para Fadela Amara,
una "ciudad inteligente" lo es fundamentalmente a través de
la digitalización, utilizando todo el abanico de tecnologías disponibles al
servicio de los ciudadanos. Igualmente, una "ciudad inteligente" debe
ser capaz de crear empleos, además de tener un sistema de transportes de alta
calidad al servicio de los residentes, para así garantizar una buena y cómoda
movilidad. A esta lista también se agregan, hogares saludables y funcionales,
un buen sistema sanitario y educativo, y facilidades en materia de ocio y
diversión.
Las definiciones planteadas
varían según el autor consultado, lo que no debe sorprender pues como ya se
dijo, el concepto es emergente y dinámico. Por otra parte, se observa que se
llama ciudad inteligente a algo que no tiene todas las
características enunciadas, que no manifiesta una preocupación notable por el
medioambiente, o está lejos de esa componente holística e integral a la que
antes se hacía referencia, entonces nos acercaríamos más al concepto de 'ciudad
planificada', o 'ciudad digital'. Se entiende este escaso apego a la
terminología o una cierta tergiversación debido a intereses comerciales o de
tipo político. En muchos casos, las campañas de promoción y propaganda toman al
ideal de la ciudad inteligente como atractivo lema
publicitario.
Planteamiento
Un planteamiento como el descrito exige a las
ciudades o territorios que aspiren a ser considerados como ‘inteligentes’, la
renovación y el mejoramiento constante de las soluciones tecnológicas, con el
fin de optimizar sus procedimientos y la calidad de vida en su entorno. Esto
nos lleva a un detalle importante: la categoría ‘smart’ no es duradera, es
decir, no está asociada a la consecución de una meta específica, sino que
implica más bien el compromiso por parte de los distintos agentes involucrados,
de abordar un proceso de mejora constante, con un
potencial casi infinito, y una meta no menos lejana.[]
Contexto Político
El
proyecto para construir un vehículo eléctrico en Rosario (Argentina),
comenzó en el año 2007, por las ventajas derivadas de una eventual falta de
combustible líquido, una menor contaminación del aire, y una menor producción
de CO2 (que es el que provoca el efecto invernadero).
El concepto de ciudad inteligente en este
aspecto ha sido muy usado en el proceso de urbanización y ha estado muy de moda
en el campo de la política en los últimos años, con el objetivo entre otras
cosas de establecer y marcar una clara distinción entre ciudad digital y ciudad inteligente. Su principal
objetivo se centra todavía en el papel (rol) y modernización de la
infraestructura de las TICs, pero mucha investigación también se ha llevado a cabo
sobre el papel cumplido por el capital humano, la educación, el capital social
y relacional, y el capital de interés ambiental, así como sobre el papel o rol
cumplido por los impulsores del crecimiento y del mejoramiento urbano.
Características
La ciudad “inteligente” es todavía un concepto
difuso, ya que esta etiqueta se utiliza de diversas formas que no siempre son
compatibles entre sí. En esta sección se resumen las características de ciudad
inteligente que con mayor frecuencia se repiten en las discusiones sobre
el tema.
La etapa que se alcanza en el desarrollo de la
infraestructura de las TIC (telefonía
móvil y fija, TV por satélite, redes informáticas, comercio electrónico,
servicios de Internet), pone en primer plano la idea de una ciudad cableada
(con fibra óptica y con la nueva telefonía móvil 4G) como el principal modelo de
desarrollo, y de una conectividad cada vez más mejorada en calidad y rapidez
como fuente de crecimiento.
El papel fundamental se centra en las industrias
creativas y de alta tecnología aplicadas al crecimiento urbano a largo plazo.
Este factor, junto con la infraestructura de servicios, es especialmente
importante.
El enfoque implica el desarrollo urbano integrado
basado en multi-actores, multi-sectores, y variadas perspectivas en varios
niveles. Esto conduce a un "énfasis subyacente en empresas dirigidas por
el desarrollo urbano", y la creación de ciudades favorables a los negocios
con el objetivo de atraer nuevos negocios. Los datos muestran que las ciudades
orientadas a los negocios están, en efecto, entre las que tienen un rendimiento
socio-económico más satisfactorio. Con este fin, las ciudades pueden diseñar parques
empresariales con las características de espacios inteligentes: Kochi,
Malta, Dubai, son ejemplos.
La capacidad de inteligencia local está
intrínsecamente ligada a la de la economía basada en el conocimiento, donde la
innovación y la tecnología son los principales motores del crecimiento y de la
inteligencia colectiva de la comunidad, que subraya la capacidad y las redes
como los principales factores de éxito de una comunidad. Para ello es necesario
un paradigma de planificación pertinente para el desarrollo urbano-regional, y
una gestión de la innovación, similar al propio concepto de ciudad
inteligente.
Mediante el desarrollo de estrategias conjuntas, la
ciudad deberá estar basada en la agrupación o accesibilidad a la información y
facilidad de movimiento de los mecanismos de innovación de carácter mundial, y
mejorando sustancialmente y de forma continua sus sistemas de información
interna.
Orientación estratégica
La Unión Europea en particular, ha dedicado
esfuerzos importantes a la elaboración de una estrategia para lograr un
crecimiento urbano con un sentido “inteligente” para sus ciudades
metropolitanas.
'The Intelligent Community Forum', por ejemplo, ha
investigado y continúa investigando sobre los efectos locales de la revolución
de las TICs en todo el mundo. La OCDE y Eurostat junto
con el Manual de Oslo destacan como el motor de cambio a la innovación en los
sectores de las TICs, y proporcionan un conjunto de herramientas para
identificar indicadores coherentes, dando forma así a un marco sólido de
análisis para los investigadores sobre innovación urbana. Y a nivel regional,
se observa el papel de la infraestructura de comunicaciones como puente para
futuros resultados económicos positivos.
La disponibilidad y la calidad de la
infraestructura de las TICs no son el único rasgo importante de una ciudad
inteligente ni la única característica que ayuda a definir este concepto.
Varias definiciones hacen hincapié en el papel del capital humano, la
educación, y la capacidad económica para adquirir dispositivos electrónicos. Se
ha demostrado, por ejemplo, que las tasas de crecimiento urbano más rápidos se
han logrado en las ciudades que disponen de una fuerza laboral con mayor nivel
educativo.
Proyecto
piloto que analiza la electricidad usada por luces y otros aparatos en un
hogar. Se manejan lecturas de intervalos de un minuto de lo que cada circuito
usa.
La innovación en las ciudades es impulsada también
por los empresarios innovadores en cuanto a industrias y productos que
requieren una mano de obra cada vez más cualificada, para así generar más
comodidad y seguridad a los usuarios, con un menor consumo energético. Y no
todas las ciudades tienen el mismo éxito en la inversión y en el capital
humano, pero una fuerza laboral más educada y calificada es una base sólida.
La tendencia de algunas ciudades a dejarse estar y
restar esfuerzos y preocupación respecto del capital humano, ha atraído la
atención de investigadores y responsables políticos. Resulta que algunas
ciudades, que en el pasado estaban mejor dotadas de una fuerza de trabajo
cualificada, han logrado atraer más mano de obra cualificada. Los responsables
políticos, y en particular los europeos, atribuyen esta situación a cierta
tendencia de los trabajadores más preparados, a sentirse atraídos por contextos
urbanos donde se percibe más dinamismo y nivel de competencia y excelencia, tal
vez porque allí se sientan más a gusto, y/o porque piensen que allí habrán más
posibilidades para ellos en cuanto a sus ingresos y en cuanto a sus respectivas
satisfacciones personales y profesionales.
Redes de sensores para las ciudades inteligentes
Una red de
captores sin hilos o red de sensores, refiere a una tecnología específica que ayuda a
la creación de ciudades inteligentes. Su objetivo es el de crear una red
de nodos con captores inteligentes, con los que se puedan medir parámetros
diversos que ayuden a una mejor gestión del territorio. Todos los datos
recogidos son transmitidos en tiempo real, e inmediatamente disponibles tanto
para autoridades como para ciudadanos de a pie.
Las
economías de energía y de materiales así como el cuidado de la peligrosa
contaminación ambiental también debe llegar al automóvil.
Es así por ejemplo, que los ciudadanos podrán
supervisar el nivel de polución del aire presente en una determinada calle o en
un determinado lugar, o incluso recibir un alerta cuando por ejemplo el nivel
de radiaciones sobrepase un determinado límite. Este tipo de sistemas también
ofrecerán a las autoridades la posibilidad de optimizar la irrigación de plazas
y parques, o la iluminación de ciertas zonas de la ciudad. Además, con este
tipo de tecnología, las fugas de agua potable o filtraciones de aguas servidas
podrán ser más fácilmente detectadas, así como también se podrán elaborar
planos con el estado de la polución sonora sobre el territorio. Igualmente, los
contenedores de basura también podrán ser más inteligentes, al tener captores
que desencadenen una alarma cuando se encuentren cercanos al límite de su
capacidad.
Asimismo, el tráfico en las calles y en las
autorutas también podrá ser monitoriado, a efectos por ejemplo de modificar en
forma dinámica, la iluminación de las zonas concernidas. Además, tráfico local
en búsqueda de estacionamiento podrá ser reducido, gracias a sistemas que
detecten los lugares libres más próximos, y gracias también a la aplicación
dinámica de peaje de estacionamiento que se ajustaría por demanda; de esta
forma, los automovilistas serían informados en tiempo real, y rápidamente
podrían estacionar, economizando así tiempo, carburante, y ocupación de vías de
circulación. Las consecuencias del uso de sistemas como los que acaban de
señalarse, además de los aspectos económicos, tendrán la ventaja de reducir la
polución y los embotellamientos, lo que traerá aparejado un mejoramiento de la
calidad de vida.